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26 El castigo inmediato para cualquiera que no obedezca la ley de tu Dios y las órdenes del rey podrá ser: una multa, la cárcel, la expulsión de su país, e incluso la muerte».

Esdras alaba a Dios

27 Al leer la carta, Esdras dijo:

«Doy gracias al Dios de nuestros antepasados, que puso en el rey el deseo de devolverle al templo de Dios su belleza. 28 Dios hizo que el rey y sus consejeros me trataran bien, y me dio ánimo para convencer a muchos jefes judíos de que regresaran conmigo a Jerusalén».

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